Reconocer a la Madre Tierra
Desde la ONU se estableció el 22 de abril como el día internacional de la madre tierra para reconocer la importancia del planeta como nuestro hogar y reconocerle su rol madre. Este pensamiento resulta coincidente con la cosmovisión presente en los pueblos indígenas de nuestro país, especialmente los mapuches del sur de Chile donde se encuentra el origen de la Universidad Autónoma de Chile. Es interesante esta convergencia en pensamientos que provienen de diferentes culturas, por una parte, aquellas ancestrales que siempre la han venerado como una diosa y por otra aquella globalizada que promueve la celebración de este día.
No es una coincidencia. La Tierra es la casa común de todos los seres humanos y la experiencia global de esta pandemia ha permitido, en tiempos en que los medios tecnológicos nos permiten ver como en diferentes latitudes se están sufriendo los efectos de este COVID 19, presenciar imágenes hermosas de animales que se empiezan a desplazar por espacios que hasta antes del mes de marzo se encontraban plagados de otros animales más invasivos, los humanos.
¿Será que la tierra necesitaba descansar de nuestras acciones diarias contaminantes?
No puede negarse que Chile ha dado pasos importantes hacia una mayor protección del ambiente, hay una institucionalidad ambiental y normas especiales relativas a la participación de los pueblos indígenas respecto de sus territorios, pero la intensidad de los conflictos ambientales que se dan en Chile demuestra que aún nos falta avanzar para llegar a una armonía entre los intereses de quienes pretenden intervenir de alguna manera la tierra con quienes viven de ella y quienes la veneran.
Frente a ello, podríamos considerar la posibilidad de reafirmar el valor de la tierra en sí misma, como un ser vivo que siente como los humanos. Pensar en preservación de lo natural con criterios más exigentes a favor de la tierra. En Chile la existencia de la contaminación se determina respecto a la cantidad de contaminantes que debe soportar la tierra. En definitiva, implica que en cualquier modo se tolera la contaminación y sólo si ésta supera las cantidades establecidas por la normativa secundaria es que se aplican sanciones.
Se puso en cuarentena a casi todo el planeta demostrando que la actividad industrial mundial podía detenerse, contrario a lo que nos señalaban de que los costos de ello eran impagables, las industrias pararon para asegurar la salud de la población, lo cual demuestra que era posible disminuir esa actividad, sobre todo si es contaminante, ya que incide en que las muertes por esta pandemia sean mayores en aquellas ciudades más contaminadas en su aire como lo demuestra la situación de Temuco en nuestro país.
Se podría desarrollar con la misma urgencia la tecnología que impida que nuestros actos vulneren al planeta. Estamos frente a la oportunidad de generar contaminación cero, partiendo de nuevo en nuestra relación con la tierra. Pensarla como los indígenas nos vendría a todos bien