Movilidades turísticas en contexto de crisis sanitaria

Desde el hemisferio sur observamos cómo algunos países europeos, luego de atravesar la etapa más compleja del coronavirus, de manera gradual y planificada han iniciado la apertura de sus fronteras para recibir miles de turistas -primero nacionales y posteriormente de otras nacionalidades de la Unión Europea- tras meses de inactividad. El retorno a las actividades vinculadas a la recreación y esparcimiento trae aparejada una serie de medidas políticas que permiten garantizar mínimos sanitarios respecto al cuidado de la población.

Dr. Hernán Riquelme Brevis. Investigador asociado al Instituto Estudios Sociales y Humanísticos (IdeSH), Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de Chile.
Parece una necesidad fundamental planificar a mediano plazo en el territorio nacional el regreso de las movilidades turísticas, ya que están en juego miles de puestos de trabajo, territorios, momentos de júbilo, entre otras actividades que implican el desarrollo social y crecimiento económico del país.
 
Según la Organización Mundial de Turismo (OMT), el año 2016 el turismo constituyó el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) a nivel mundial. Durante el presente año, en Chile, la cifra alcanza un 3,4% del PIB, generando alrededor de 400.000 empleos. Más allá de este importante dato, se debe pensar el turismo no sólo como una actividad vinculada a la mercadotecnia, sino como una práctica constitutiva del desarrollo personal y social, una experiencia en sí que deconstruye a los sujetos, incentivando espacios para el autorreconocimiento, el placer y la apreciación de paisajes, momentos y lugares.  
 
Aparecen en el camino dos grandes desafíos para rearticular el turismo en un escenario incierto y particularmente complejo. En primer lugar, debemos apostar a incentivar el turismo local, ya que conlleva un impacto directo en la revitalización de lugares clásicos y emergentes del turismo, que han sido devastados por la pandemia. Evidentemente, para que esta medida resulte exitosa deben planificarse, por parte de las autoridades y el sector empresarial, incentivos económicos para que los visitantes chilenos escojan lugares del territorio nacional por sobre visitas al extranjero, que paradójicamente muchas veces resultan más rentables que viajar por el propio país.  
 
En segundo lugar, necesitamos pensar la movilidad de las personas como una oportunidad para el desarrollo del turismo, pues sin ella difícilmente puede subsistir. La movilidad, entendida como una práctica que conlleva conectar personas, acciones y lugares, post pandemia deberá pensarse de manera fundamental, sobre todo en sociedades globales donde objetos, ideas y personas están en constante movimiento. Seguramente, habrá mayor deseo por moverse luego de meses de escasa actividad.  
 
Es momento de idear estrategias para revitalizar las movilidades turísticas y no esperar un escenario más complicado, así será menor el impacto económico y social en aquellos lugares y espacios donde el turismo es el sostén de comunidades, como también propulsor de identidades, costumbres y tradiciones.
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