El valor de la historia para alcanzar el conocimiento científico

Durante esta semana, la comunidad internacional se encuentra conmovida por el trágico incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro. Los medios nacionales y extranjeros han evidenciado la magnitud de lo sucedido al destacar la pérdida de algunas de las piezas más famosas de la institución, entre ellas, el fósil más antiguo de América, la mejor colección de arqueología egipcia de América Latina, los miles de artefactos de culturas prehispánicas y su impresionante biblioteca científica.

Dra. Carolina Valenzuela Matus. Investigadora Instituto de Estudios Sociales y Humanísticos (IDESH) Facultad Ciencias Sociales Universidad Autónoma de Chile

Lo cierto es que el Museo albergaba alrededor de 20 millones de valiosas piezas, cada una de ellas con una historia importante detrás, que incluía el proceso de intercambio, compra y adquisición del objeto, así como también la historia del conocimiento científico que cada una de esas evidencias materiales contribuyó a construir.

1Si bien lo anterior es desastroso, lo más grave de todo es que el fuego ha devorado 20 millones de posibilidades de conocer la historia de América y ha privado a los brasileños de un importante acervo material para seguir interpretando su pasado e imaginando el futuro de su nación, y privado, también, a la comunidad científica de un centro de referencia para los investigadores de todo el mundo.

«Que no ocurra en Chile la enorme pérdida patrimonial que hoy vive Brasil. Tomemos conciencia, como comunidad, del valor de la historia y de sus evidencias materiales como medio para alcanzar el conocimiento científico»

Y como si esto fuera poco, embarga la tristeza cuando pensamos que el incendio podría haberse evitado. La falta de compromiso político del gobierno federal con los espacios públicos se tradujo en recortes presupuestarios, que ocasionaron el debilitamiento de la institución tanto a nivel de infraestructura como de personal. Ahora es tarde para el Museo Nacional.

En estos días continúan apareciendo, entre los escombros, restos de lo que fue uno de los museos más importante de América Latina. De hecho, en la entrada del edificio, el meteorito Bendegó parece haber resistido los embates del fuego, convirtiéndose en el símbolo de la resistencia a las llamas y al tiempo, una débil luz de esperanza ante el desafío gigantesco de la reconstrucción.

Estos acontecimientos no nos deben dejar indiferentes como ciudadanos y han de servirnos para reflexionar sobre el valor del patrimonio de un país. Que no ocurra en Chile la enorme pérdida patrimonial que hoy vive Brasil. Tomemos conciencia, como comunidad, del valor de la historia y de sus evidencias materiales como medio para alcanzar el conocimiento científico. Por otra parte, corresponde a las autoridades públicas, apostar por la preservación patrimonial y el correcto mantenimiento de nuestros museos, instituciones que atesoran el patrimonio del país y que son, a su vez, centros productores y divulgadores de la ciencia.

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