Educar para el desarrollo sostenible ¿Cómo lo está haciendo Chile?
Una investigación del currículo escolar chileno revela que el abordaje de las temáticas relacionadas con la sustentabilidad estaría limitando el desarrollo de competencias ciudadanas en el estudiantado.
Publicado : 25 de Enero 2021
El desarrollo sostenible es claramente uno de los desafíos más difíciles a los que se ha enfrentado la humanidad, pues implica consolidar un modelo capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades, lo que depende de un balance armonioso entre la dimensiones económica, social y medioambiental.
En septiembre del 2015 Chile, como parte de 193 países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU), adoptó la Agenda 2030, que estableció 17 objetivos y 169 metas para abordar las tres dimensiones del desarrollo sostenible. La educación, contemplada en el objetivo cuatro, es considerada una pieza clave para lograr la totalidad de los objetivos, ya que puede transformar la forma en la que pensamos, actuamos y cumplimos nuestras responsabilidades con otros(as) y con el planeta.
Sus diferentes componentes (ética, civismo, educación para la paz, educación en derechos humanos, pensamiento crítico, habilidades para la cooperación y educación para la ciudadanía global) contribuyen a educar para un mundo más pacífico y sostenible. Sin embargo, se desconoce los ámbitos del desarrollo sostenible que son priorizados por el currículo escolar chileno y el enfoque pedagógico para abordar este tipo de contenidos, lo que motivó a un equipo de académicos de la Universidad Autónoma de Chile en Talca a investigar el tema.
El equipo de investigación plantea en su artículo publicado en la revista Educare que tanto el concepto de desarrollo sostenible como su integración en los programas educativos permanece en controversia. Mientras algunos estudios señalan que el concepto tiene una perspectiva colonialista, eurocéntrica y nordista, con la innovación tecnológica como herramienta para “amortiguar el impacto sobre el medioambiente y, a su vez, para asegurar un nivel de producción industrial suficiente para mantener el nivel de consumo y el confort de la sociedad” otras investigaciones sugieren “que las prácticas educativas deberían invitar a explorar, desde un ángulo crítico y ciudadano, las controversias que despierta la implementación del desarrollo sostenible a nivel local”.
Para investigar hasta qué punto el currículo chileno prepara a las futuras ciudadanas y ciudadanos para afrontar los desafíos que involucra la aplicación de los objetivos del desarrollo sostenible a nivel local, el equipo de investigación seleccionó, en una primera fase, las bases curriculares de 7° año básico a 2° año medio, en las cuales identificaron las fuentes y unidades de análisis que incluían explícitamente el término sostenible y sus vocablos afines (sostenible, sostenibles, sustentable, sustentables y sustentabilidad) en las distintas asignaturas.
Los resultados de la búsqueda demostraron la presencia de estos términos en las Bases Curriculares y en los programas escolares de 7° básico a 2° medio en cuatro asignaturas: Artes Visuales, Ciencias Naturales, Tecnología e Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
En una segunda fase, el equipo de investigación reagrupó la información encontrada, que evidenciaba la presencia de conceptos afines al desarrollo sostenible, en cuatro categorías: propósito de la enseñanza, orientaciones para el personal docente, actividades sugeridas; presentación del desarrollo sostenible: contenidos y definiciones. Para realizar un análisis del abordaje pedagógico y conceptual explícito del desarrollo sostenible en los programas escolares antes mencionados.
Los resultados indican que las cuatro asignaturas plantean la Agenda 2030 de la ONU como la vía de solución a los desafíos sociales, económicos y medioambientales del país. Sin embargo, no se considera como herramienta educativa, las contradicciones y controversias que implica su implementación, lo que va en desmedro de la formación ciudadana del estudiantado. Al privilegiar “un enfoque curricular consensual y neutral del desarrollo sostenible que limita la toma de posición y el desarrollo de habilidades críticas en el alumnado”.
El equipo de investigación señala, además, que este enfoque “oculta los problemas de fondo que rodean los conflictos medioambientales del país”, por ejemplo “intereses económicos y sus repercusiones en la elaboración de una normativa estatal que asegure un reparto justo de los dividendos económicos que genera la explotación de los recursos del país” en este sentido el currículo chileno no favorecería “una educación crítica y ciudadana que invite a cuestionar el monopolio de ciertos grupos de interés sobre los principales recursos del país”.
La investigación también encontró diferencias en el abordaje conceptual y pedagógico del desarrollo sostenible en cada asignatura. Por ejemplo, en de Artes Visuales el objetivo pedagógico es el cambio de comportamientos hacia el medio ambiente a través de la adopción de eco-gestos, como el reciclaje, sin abordar el propósito de estos, restando posibilidades al alumnado de “problematizar acerca de la complejidad que encierra todo proyecto calificado como sostenible”, lo que ponen en duda la efectividad de la metodología para generar conciencia y cambio de comportamientos.
En Ciencias Naturales el conocimiento científico en temáticas de sustentabilidad “se utiliza más bien para avalar las propuestas que tienen relación con el uso de energías menos contaminantes” en desmedro del desarrollo de “habilidades propias de la experimentación científica, como la capacidad de cuestionamiento y la crítica”, mientras que la asignatura de Tecnología “existe un enfoque tecno economicista para trabajar las temáticas medioambientales” tomando el turismo como una actividad productiva que conjugaría las tres dimensiones del desarrollo sostenible.
Estas dimensiones serían abordadas en forma más integral en la propuesta curricular de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, que además “invita a establecer relaciones causales entre cada una de ellas” poniendo a esta asignatura en un “rol clave para comprender las disyuntivas que implica la sustentabilidad”. No obstante, la asignatura no presenta el desarrollo sostenible como un tema en controversia, aino acentúa la responsabilidad individual, lo que no contribuiría a la “formación de competencias ciudadanas que permita cuestionar el rol del Estado chileno y de paso, tomar posición frente a las repercusiones que ocasiona la ejecución de la agenda de sustentabilidad de las Naciones Unidas”.
Finalmente, el equipo de investigación presenta, entre otras conclusiones, la necesidad de incorporar las controversias que rodean al desarrollo sostenible a nivel nacional en el currículo, ya que, de lo contrario, resultaría difícil “que el alumnado comprenda que la Agenda 2030 es un proyecto que puede ser sometido a discusión y que exige un enfoque colectivo para buscar soluciones” que incorporen la diversidad de miradas y promuevan el desarrollo sostenible desde una perspectiva crítica y local.