Es inminente la responsabilidad de las universidades y de académicos de desarrollar competencias erigidas a gestionar correctamente los recursos existentes optimizando su utilización en los procesos cognitivos de los estudiantes, incluyendo los tecnológicos. De manera tal, que los programas de estudio, mallas curriculares y el perfil de egreso de los estudiantes sean armónicos con las tecnologías ocupadas en el correspondiente mercado laboral, para que los futuros profesionales puedan posicionarse en un entorno tan competitivo como el que se evidencia en nuestros tiempos. La habilidad para proporcionar pistas o indicaciones a los lenguajes de IA debería ser una competencia adquirida en la formación de cualquier profesional y no es un conocimiento reservado para los expertos.  

Es necesario también desplegar una comunicación masiva que contribuya a sentar las bases de competencias blandas encaminadas a concientizar más a las personas en el uso de las tecnologías de forma ética, por lo que no debería ser necesario pensar en software antiplagio, sino en el establecimiento de aspectos éticos solidos que sean parte del razonamiento y que nos lleven a que los procedimientos sancionatorios de plagio sean actos remediales necesarios pero excepcionales desde el punto de vista factico.   Hay detractores que piensan que es un infortunio en los procesos de aprendizaje, porque hacen el trabajo que tradicionalmente ha sido encomendado al estudiante por sí solo. Difiero totalmente debido a que el sello humano no será desplazado. Como docentes esta nueva realidad nos invita a focalizar los esfuerzos en constatar que el estudiante haya internalizado la información que en la sociedad del conocimiento está cada vez más disponible para todos y todas de forma gratuita. Amerita una adaptación del pensamiento que implique el reconocimiento e incorporación de estas herramientas de IA y las venideras en los procesos cognitivos sin importar que la línea disciplinar este vinculada a la tecnología o no.