Estudio demuestra la resiliencia de la población frente a la pandemia

Publicado : 21 julio 2021

Investigación encargada por The Lancet para cuantificar los efectos psicológicos de la pandemia muestra que a largo plazo no parecen ser tan complejos como la comunidad esperaría, reflejando que las personas son «intrínsicamente resilientes» como señala Juan Pablo Kalawski, investigador de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Chile, sede Temuco.

Tan pronto como se esparció el coronavirus, lo hizo también la idea de una crisis mundial en salud mental. Medios y artículos científicos señalaban una inminente epidemia psicológica basados en que la pandemia creaba las condiciones para un aumento de la angustia. Las interrupciones generalizadas de la vida, millones de personas viviendo duelos, distanciamiento social y cambios radicales en las rutinas diarias generarían una crisis paralela.  

Ahora la ciencia ha revelado algo diferente: un grupo de científicos repasó cerca de 1.000 estudios de casi 100 países en variables relacionadas con la salud mental: ansiedad, depresión y muertes por suicidio, así como la satisfacción con la vida. Se centraron en dos tipos de evidencia: encuestas que examinaron grupos comparables de personas antes y durante la pandemia, y estudios que rastrearon a las mismas personas a lo largo del tiempo.  

Las primeras investigaciones luego de empezar la pandemia reflejaron un aumento sustancial de los niveles de ansiedad, depresión y angustia. Por ejemplo, tanto en Estados Unidos como Noruega, los informes de depresión se triplicaron durante marzo y abril de 2020 en comparación con los promedios recopilados en años anteriores.  

Pero con el paso del tiempo los niveles de depresión, angustia y ansiedad comenzaron a caer. Algunos datos sugirieren que la angustia psicológica general regresó a niveles casi pre pandémicos a principios del 2020, señala una nota publicada en The Atlantic. Por ejemplo, los datos de la encuesta mundial Gallup, que pide a las personas que evalúen su vida en una escala de 0 a 10, no reflejaron diferencias: las personas en 2020 calificaron sus vidas en 5,75 en promedio, idéntico al promedio de años anteriores.  

Lo mismo sucede con datos oficiales gubernamentales: 21 países no mostraron un aumento detectable en los casos de suicidio de abril a julio de 2020, en comparación con años anteriores; de hecho, las tasas de suicidio disminuyeron ligeramente en algunos países.  

Las personas son más resistentes de lo que ellos mismos se dan cuenta, concluyen los investigadores. La pandemia puede producir una angustia considerable, pero estudio tras estudio demuestra que la mayoría se recuperan rápidamente o nunca muestran un deterioro sustancial de la salud mental.  

«Hace varios años, junto a Ana María Haz publicamos un artículo (So… where is resilience? A conceptual reflection) criticando la manera en que se conceptualiza la resiliencia. Creo que no es una variable que tenga niveles; tiene más sentido entenderla como una característica propia de todos los seres vivos, como la autopoiesis propuesta por Humberto Maturana y Francisco Varela» señala Juan Pablo Kalawski, investigador de la Universidad Autónoma de Chile.  

Y agrega; «esto no significa que seamos invulnerables. Hay situaciones que pueden superar los límites de las personas. La resiliencia intrínseca de las personas no debe ser una excusa de los gobiernos para abandonarlas. Al contrario, los gobiernos también deben ser resilientes y ponerse a la altura de las circunstancias. Recordemos que muchas personas han muerto producto de la pandemia. Muchas de esas personas se hubiesen salvado si los gobiernos hubiesen actuado de mejor manera».  

Crítica que comparten los autores del estudio, «la resiliencia de la población en su conjunto no exime a los líderes de su responsabilidad de brindar apoyo tangible y acceso a servicios de salud mental a aquellas personas que han sufrido la angustia más intensa y que corren el mayor riesgo continuo».  

En este sentido algunos segmentos de la población, incluidas las mujeres y los padres de niños pequeños, mostraron un aumento especialmente pronunciado en la angustia psicológica general. A medida que avanzaba la pandemia, los desafíos duraderos de salud mental afectaron de manera desproporcionada a las personas que enfrentaban problemas financieros y los que habían estado luchando con trastornos físicos y de salud mental antes de la pandemia. «No es sorprendente, ya que estos grupos típicamente son marginados. Es importante que el gobierno redoble esfuerzos para ayudarles» señala el investigador de la Universidad Autónoma de Chile.  

«Una de las razones por las que los resultados recientes pueden ser sorprendentes es que culturalmente existe una visión pesimista de los seres humanos. Se habla mucho de la desconfianza de las personas hacia las autoridades, pero tal vez un problema mayor es la desconfianza de las autoridades hacia las personas» analiza Juan Pablo Kalawski.  

Y agrega; «durante la pandemia todas las personas cometemos errores. Es importante darnos cuenta de que, tras los errores, muchas veces hay motivaciones adaptativas. Como planteé en 2020, si no sabemos racionalmente cuál es la conducta apropiada, nos valemos de lo que ayudó a sobrevivir a nuestros ancestros: hacer lo que hace todo el mundo. Por eso es importante que todas las personas, especialmente en posiciones de liderazgo, demos el mejor ejemplo posible».  

Mientras miramos hacia los próximos grandes desafíos del mundo, incluida una pandemia futura, debemos recordar esta lección ganada con tanto esfuerzo: los seres humanos no somos víctimas pasivas del cambio, sino administradores activos de nuestro propio bienestar. Este conocimiento debería empoderarnos para realizar los cambios disruptivos que nuestras sociedades pueden requerir, incluso mientras apoyamos a las personas y comunidades que se han visto más afectadas.

Menú
X