Una de las estrellas más brillantes del cielo, ubicada en la constelación de Orión, esta ha disminuido su brillo en los últimos meses, ¿será posible que pronto veamos el fin de una Supernova?

La constelación de Orión es una de las constelaciones icónicas del cielo de verano (o invierno en el hemisferio norte). Es fácilmente reconocible por su gran tamaño, con muchas estrellas brillantes y una de las nebulosas más espectaculares que es posible ver con pequeños telescopios, por lo que es muy estudiada y querida por astrónomos y aficionados. Betelgeuse, o alfa Orionis, es la segunda  estrella más brillante de la constelación de Orión, y al parecer algo le está sucediendo, ya que ha disminuido considerablemente su brillo durante los últimos dos meses.

Dentro de las características más destacadas de Betelgeuse están, su característico color anaranjado, su gran brillo y  su gran tamaño. Esta súper gigante roja tiene un diámetro que supera los 617 millones de kilómetros o sea casi 900 veces el diámetro del Sol. Es tan grande que si la pusiéramos en el sistema solar, los planetas Mercurio, Venus, Tierra, Marte y Júpiter estarían dentro de esta estrella, es una de las pocas estrellas a las que se le medido su tamaño físico de forma directa gracias a la técnica de la interferometría.

Debido a su gran tamaño, Betelgeuse  tiene ciertas inestabilidades en sus capas más externas. Esta estrella pulsa, es decir se contrae y agranda con una periodicidad de unos cientos de días, esto genera cambios de tamaño y temperatura que se reflejan en aumentos y disminución de su brillo. Además de pulsar, en esta estrella ocurren otros fenómenos que hacen que su brillo cambie, como por ejemplo su rotación, otra formas de pulsación, actividad magnética, pérdida de masa, y granulación, que es parecida a la que vemos en el sol pero a una escala mucho mayor.

Esta estrella ha experimentado una gran baja en su luminosidad, de hecho pasó de ser la décima estrella más luminosa en Octubre de 2019 a ser la número 23 el 6 de Enero de 2020.

Es normal que esta estrella pase por períodos de altos y bajos en su brillo, pero niveles tan bajos de brillo solo se han visto en contadas ocasiones en los últimos 100 años. Esto ha llamado la atención de diversos grupos de astrónomos y observadores amateur, ya que Betelgeuse es una de las candidatas más cercanas a terminar su vida como supernova, uno de los fenómenos más violentos y espectaculares del universo. Estos grandes cambios de brillo podrían ser interpretados como los precursores de una explosión monumental. 

Si Betelgeuse efectivamente explota como supernova, su brillo sería unas cien veces mayor que el de Venus y alcanzaría a proyectar suficiente luz por la noche como para dar una sombra, pero sería menor que el de la luna llena, algo así como una quinceava parte del brillo de la luna llena.De todos formas esta no es la única explicación para la caída de su brillo, también se ha sugerido que su mayor tamaño y menor temperatura se ha sumado con algún otro fenómeno, como la expulsión previa de material, lo que estaría oscureciendo la estrella, o con algún cambio en su magnetismo, u otras alternativas menos espectaculares. 

De todas maneras la respuesta la sabremos dentro de los próximos días, si el brillo de Betelgeuse comienza a aumentar bruscamente superando a su compañera de constelación Rigel (o Beta Orionis) es probable que estemos viendo la fase final de esta icónica estrella, que en caso de explotar, dará un último gran espectáculo de luces y colores, pero que cambiará para siempre la forma en que miramos  la constelación del cazador

En la imagen superior se ven los restos de la supernova 1987a producida por la explosión de la estrella «Sanduleak -69 202a» que explotó en en la nube de magallanes, ubicada a unos 168 mil años luz de distancia y que pudimos ver a partir del año 1987. Esta imagen se tomó 25 años después de la explosión y aún hoy podemos ver sus vestigios. De explotar Betelgeuse ubicada a tan solo 642 años luz nos daría una gran oportunidad de entender mejor las supernovas y también de maravillarnos con un espectáculo que no se ha visto desde los tiempos de Galileo y Kepler.

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