A 200 años del nacimiento de Pasteur

Publicado : 26 diciembre 2022

El 27 de diciembre de 2022 se conmemora el natalicio de uno de los científicos más celebres del mundo, al que no solo le debemos el proceso que permite higienizar alimentos -que lleva su nombre- sino que la refutación de la teoría de la «generación espontánea» y con ello, sentó las bases de la microbiología moderna.  

«Louis Pasteur fue sin duda un científico disruptivo para su época y sus ideas son invaluables para nuestra sociedad. Debemos agradecerle porque sus teorías y grandes experimentos les han salvado la vida a millones de personas» analiza la Dra. Nataly Venegas, divulgadora científica del Centro de Comunicación de las Ciencias de la Universidad Autónoma de Chile sobre la relevancia de quien es considerado padre de la teoría de los microorganismos como agentes causales de las enfermedades infecciosas.  

Con sus experimentos, vinculados a la fermentación, descartó definitivamente la posibilidad de la «generación espontánea», al establecer que para que un ser vivo aparezca en determinado medio es fundamental la participación de progenitores de la misma especie. Esta propuesta sirvió para darle a la ciencia de los microorganismos una dimensión real, sentando las bases históricas de la teoría microbiana.  

«Pensar que algo tan pequeño e invisible a los ojos humanos pudiera enfermar a tantas personas, era ridículo en esa época» complementa la doctora en ciencias de la Universidad Autónoma de Chile. Los descubrimientos del químico, doctor en ciencias (física y química) y profesor de química en la Universidad de Estrasburgo, revolucionaron las creencias de entonces: si había microorganismos eran porque existían gérmenes en las materias orgánicas que los generaban.  

Notó así que pacientes sometidos a operaciones sufrían infecciones en sus heridas. Insistió en que se debía esterilizar el material quirúrgico, sentando las bases de las técnicas de asepsia, además del intento de combatir a los microbios responsables. Todo ello desembocó en una transformación profunda de las concepciones y actuaciones en el campo de la salud pública.  

Otra de sus contribuciones trascendentales fue la pasteurización, clave hoy en la conservación de la leche, producto que se echa a perder con facilidad. La exposición a altas temperaturas destruía los gérmenes y se envasaba a alta presión, evitando así la acción de microorganismos. Este proceso permite, en la actualidad, no sólo acceder a alimentos libres de contaminación biológica, sino que también tiene su repercusión en la economía de las empresas al prolongar la vida de los productos y facilitar con ello su conservación y distribución.  

El resurgimiento de las enfermedades infecciosas como problema sanitario en la actualidad ponen en relieve el legado de esta figura clave en la inmunización. Aunque el nombre Pasteur y las vacunas estén íntimamente asociados -la inoculación contra la rabia fue descubierta en 1885 por él-, este pionero de la vacunación, contrariamente a la creencia popular, no era médico y nunca inoculó a ningún paciente las vacunas que ideó, a pesar de que se le llegó a retratar con una inyección en mano.  

Era un devoto a su trabajo, hasta tal punto que terminó residiendo en el Instituto que fundó. Allí pasó los últimos siete años de su vida. Desde 1935, el local se convirtió en el museo Pasteur, el mismo lugar donde están sus restos, en una cripta de inspiración neobizantina, donde está enterrado junto a su esposa Marie y el Dr. Émile Roux, un colaborador. Poco se destaca la relevancia, en este sentido, de su esposa, Marie Anne Laurent, quien transcribió y corrigió los manuscritos que se publicaron bajo la autoría de Louis Pasteur, siendo fundamental para el desarrollo de las teorías del científico.  

El Instituto se ha mantenido como una fundación no lucrativa desde su fundación. En el Pasteur trabajan hoy unas 2.800 personas, investigadores procedentes de 77 países y con filiales en 25 países, entre ellos Uruguay y Brasil.

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