Intervención psicológica en pacientes oncológicos

El apoyo psicológico a personas con cáncer debe ir orientado a las necesidades del paciente, para ello es fundamental conocer sus preocupaciones, limitaciones y objetivos valiosos en la vida.

 

La intervención psicológica tiene efectos positivos en el estado emocional, físico y funcional de los pacientes oncológicos. No obstante, según la doctora en psicología e investigadora de la Universidad Autónoma de Chile Dra. Erica Villoria, se evidencian problemas ya que en muchas ocasiones se aplican paquetes de técnicas sin considerar los objetivos y necesidades de a quiénes son destinados estas intervenciones.

Dra. Erica Villoria de la Universidad Autónoma de Chile

Los estudios sobre los distintos tipos de intervención tienen muchas veces limitaciones de carácter metodológico que impiden obtener resultados concluyentes. «Principalmente debido a los diferentes instrumentos utilizados en los estudios, muestras pequeñas, ausencia de grupo control o dificultad en el análisis de las variables, entre otros aspectos» analiza la especialista, quien centra su línea de investigación en la psicooncología, específicamente en la evaluación, prevención e intervención de los problemas emocionales y adaptativos de los pacientes con enfermedad oncológica.

«En esta línea mi objetivo es la aplicación de una intervención alternativa que se enmarca en las terapias psicológicas contextuales, en concreto basada en la Terapia del Activación Conductual (AC), ajustadas a las necesidades y objetivos de cada paciente, asegurando su eficacia y adecuación» señala la especialista.

¿Cómo afecta el estado emocional en la evolución del cáncer?

Diferentes investigaciones señalan que un peor estado emocional parece asociarse con peores resultados clínicos, más sintomatología física, menor expectativa de vida y peor adaptación al proceso de enfermedad. El cómo puede afectar podría explicarse en base a la posible relación entre el cáncer y el estrés.

Aquellas personas que se ven expuestas con mayor frecuencia a acontecimientos vitales estresantes tienen una mayor probabilidad a padecer distintos tipos de enfermedades, incluido el cáncer, debido al impacto que el estrés puede tener en el sistema inmune.

Además, el cáncer y su tratamiento por sí mismo resulta ser un estresor importante en la vida del paciente oncológico, el que debe afrontar pruebas diagnósticas, intervenciones quirúrgicas, tratamientos con efectos secundarios, pérdidas personales y funcionales, y otros aspectos que impactan de manera relevante en la calidad de vida del paciente.

Un estado emocional negativo podría contribuir a un peor pronóstico y evolución de la enfermedad, todo ello entendido como un factor de riesgo y no como un factor causal. En este sentido, aunque los resultados de las investigaciones no son del todo concluyentes, existen datos que indicarían los posibles beneficios de la intervención psicológica en distintos parámetros biológicos: incremento de la supervivencia, reducción en el riesgo de recurrencia, entre otros.

En definitiva, lo que está claro es que existe relación entre el estado emocional y las variables clínicas lo que es más difícil de determinar es la dirección de esta relación, es decir qué explica qué.

¿Cómo debiera ser el apoyo psicológico a un enfermo de cáncer?

El apoyo psicológico debe ir orientado a las necesidades del paciente, destinado a favorecer el proceso de adaptación a la enfermedad, manejo de síntomas y la funcionalidad en relación con sus actividades diarias relevantes y/o gratificantes (relaciones personales, actividades domésticas, ocio, laborales, etc.), de manera que se puedan prevenir así posibles problemas emocionales y adaptativos. Es fundamental en todos los pacientes y no sólo en aquellos que presenten trastornos psicopatológicos.

Además, es fundamental que el apoyo psicológico esté integrado en el abordaje médico y en el de otros profesionales implicados en la salud y bienestar del paciente. Por ello es fundamental un abordaje multidisciplinar.

¿Cuál es su opinión sobre el uso de terminología bélica “perdió o ganó la lucha” para referirse a esta enfermedad?

En mi opinión este enfoque de «lucha contra el cáncer» o «ganar la batalla» genera más probabilidad de un afrontamiento poco funcional, es decir, de desarrollar respuestas problemáticas o poco adaptativas, suponiendo un mayor estrés para el paciente.

Plantear la enfermedad como algo que debemos quitarnos o tratar de controlar para ganar se traduce en vivir para la enfermedad, y ese no debería ser el objetivo. Se trata de vivir con ella y no para ella. No es una lucha es -si se quiere- una convivencia, que no tiene por qué ser fácil, pero se puede buscar el modo de adaptarse de la mejor forma posible.

La persona debe clarificar lo que es valioso para ella y, teniendo en cuenta las limitaciones que pueda generar la enfermedad y su tratamiento, buscar alternativas que permitan alcanzar las cosas valiosas. La vida del paciente no puede pararse para que éste luche contra la enfermedad, ya que eso conlleva múltiples pérdidas, ésta debe continuar aprendiendo a vivir. En este sentido el paciente no se coloca en la situación de perder o ganar la batalla contra el cáncer, sino que se coloca en la situación de ganar su vida. No hay sitio para perdedores porque siempre se pueden lograr los objetivos valiosos, siempre se gana.

¿Cómo debe abordarse la salud mental post tratamiento?

Una vez que el tratamiento ha finalizado parece existir la asunción por parte de los profesionales de la salud, familiares e incluso pacientes de que todo está bien. Pero hay problemas que pueden prolongarse mucho tiempo después. Por ejemplo, pueden aparecer alteraciones emocionales y miedos -ansiedad, depresión, tristeza, angustia, incertidumbre-, preocupaciones asociadas al estado y apariencia física y al futuro, síntomas físicos o limitaciones y dificultades en distintos ámbitos la vida.

También puede aparecer la sensación de pérdida de apoyo del entorno del paciente. Esto puede generar un incremento en la vulnerabilidad a todos los obstáculos de la vida, distintas alteraciones emocionales que, junto con las secuelas del tratamiento y la enfermedad, pueden ocasionar dificultades para adaptarse a las posibles limitaciones en relación con la actividad diaria, con la consiguiente reducción de la calidad de vida.

Es fundamental no sólo atender a los procesos médicos, como las consultas de control, sino también a los procesos psicológicos. De esta manera se puede reducir la incertidumbre, generar una percepción de apoyo y anticiparse a los posibles problemas que puedan aparecer para generar soluciones exitosas. Generar o reforzar habilidades para que la paciente pueda afrontar de mejor manera esta nueva etapa post tratamiento previniendo posibles problemas emocionales.

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