No son «Romeo Pimps» o «loverboys»: son explotadores sexuales

 Publicado : 23 Oct 2020 

Estudio publicado en la revista Qualitative Inquiry (QI), en el que participa el Dr. Juan Carlos Peña del Instituto de Estudios Sociales y Humanísticos IDESH, aporta evidencias sobre la presencia de un discurso dominante coercitivo que promueve la glamurización de la trata y de los explotadores sexuales, favoreciendo la captación de sus víctimas.

El Protocolo de Palermo (2001), contempla tres supuestos básicos a través de los que puede producirse la trata de seres humanos con fines de explotación: mediante el uso de la fuerza, la coacción o el engaño. Las evidencias científicas muestran que los proxenetas combinan estrategias con el fin aprovecharse de las condiciones de vulnerabilidad de las víctimas y captarlas.  

En este sentido, en la última década han aumentado las investigaciones sobre los factores de riesgo para la trata y las vías de captación empleadas por explotadores y proxeneta. Una de las estrategias de sometimiento menos conocidas, consiste en la captación a través del engaño y el fraude en las relaciones afectivo-sexuales.  

La utilización de términos como «Romeo pimps» o «loverboys» para describir a un tipo de explotadores sexuales implica usar terminología que ha sido creada y empleada con el propósito de camuflar su verdadera intención, que es el proxenetismo y la violencia contra las mujeres.  

La existencia de un discurso dominante coercitivo que asocia la atracción a la violencia e influye en los procesos de socialización de muchas niñas durante el despertar de sus relaciones sexuales-afectivas, constituye un factor de riesgo también de victimización por violencia de género.  

«Esta investigación desvela cómo el uso de estos términos está generalizado e incluso normalizado por algunos medios de comunicación, en películas, canciones, series, y en diferentes de sectores de la sociedad, incluso en programas orientados a la prevención de la trata con fines de explotación sexual» señala el investigador de la Universidad Autónoma de Chile, Dr. Juan Carlos Peña, uno de los autores de la publicación.  

Además, aporta evidencias sobre la importancia de superarlo, contribuyendo a su cuestionamiento crítico para una mejor prevención de la trata. «Una de estas claves preventivas consiste en llamar a los proxenetas por lo que son: explotadores sexuales, sin adornos que generen confusión ni atracción social hacia ellos» indica el investigador y agrega «al referirnos a los traficantes con ese nombre, sin ambigüedad y al rechazarlos explícitamente, podemos romper con la atracción y fascinación tradicionalmente colocada en el discurso socialmente dominante hacia ellos, logrando desenmascarar lo que son».  

Si los proxenetas y explotadores sexuales son rechazados socialmente y percibidos como depredadores, entonces los programas preventivos y la sociedad podrá detectar las estrategias de captación fraudulentas que atrapan a muchas jóvenes en relaciones íntimas abusivas que terminan en explotación sexual con mayor facilidad y contribuir a la prevención de la trata. Esto es fundamental, junto con dar voz a las víctimas y supervivientes analiza el estudio.  

La publicación se enmarca en los resultados de dos proyectos de investigación I+D financiados por el gobierno de España y liderados por la Dra Lidia Puigvert, investigadora del CREA y profesora de la Universidad de Barcelona, identificando una realidad desconocida.  

Las investigaciones desarrolladas por CREA en la línea de socialización preventiva de la violencia de género, así como en el desarrollo de la metodología comunicativa ha supuesto un marco teórico y metodológico fundamental para profundizar en la influencia del proceso de socialización de las víctimas antes de la captación en la trata y durante la explotación sexual, y cómo estas experiencias de socialización pueden impactar su percepción.  

Sobre la base de estas aportaciones teóricas y empleando la metodología comunicativa ha sido posible analizar el uso extendido de nociones y expresiones presentes en el discurso dominante coercitivo que promueven ambigüedad y glamorizan a los explotadores sexuales, una dimensión de análisis que no había sido estudiada hasta ahora.

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