Mitos del hidrógeno

Publicado: 13 diciembre 2022

En redes sociales existen diversos mitos fundamentados en conceptos erróneos o prejuicios sobre la temática del hidrógeno verde (H2V). Entre los comentarios disponibles en la red, se señala que el H2V no sería ni competitivo ni sustentable, que estaríamos frente a nuevas zonas de sacrificio para beneficio de unos pocos, o que no se ha difundido los reales impactos de esta nueva tecnología. Se indica que hay mucha incertidumbre, que falta más ciencia y ciudadanía.

Dr. Lorenzo Reyes-Bozo. Decano de la Facultad de Ingeniería y director del Grupo de Investigación en Energía y Procesos Sustentables. Universidad Autónoma de Chile
En este punto en particular se está de acuerdo, por eso es fundamental la realización de actividades que permitan difundir, con la última evidencia científica disponible, qué significa la incorporación de este vector energético como parte de la matriz energética y el rol que ocupa y ocupará para la descarbonización de la economía, siendo una alternativa a los combustibles fósiles. Actividades como el III Seminario Internacional del Hidrógeno, con la participación de representantes del gobierno, empresas, universidades y público en general, son claves para avanzar en la difusión del H2V.  
 
En internet se plantea como única solución que consumamos menos energía; no fomentar el crecimiento; comprender que los bienes naturales son limitados y están en agotamiento. Entonces, ¿qué hacemos?, ¿restringir los nacimientos?, ¿racionamiento energético?, ¿qué industrias paralizamos?, ¿qué es menos importante en la sociedad actual? El hidrógeno por sí solo no resolverá la crisis climática, pero puede jugar un rol fundamental en la descarbonización. De hecho, no tiene nada de «nuevo», la producción convencional de hidrógeno y su uso en algunos sectores industriales son procesos ampliamente conocidos e implementados. ¿Por qué es hoy tan famoso? No existe el hidrógeno en estado libre en la Tierra -no hay «yacimientos de hidrógeno»-por tanto, para obtenerlo hay que producirlo. Es así como existen distintos tipos y «colores» según su fuente de producción: azul, gris o verde. Es por este último por el que apuesta Chile en su política nacional, el que se inicia con energías renovables: por ejemplo, eólica o solar, ambas en abundancia en el país. Es una respuesta a cómo almacenar y trasladar todo ese potencial que tenemos.  
 
El hidrógeno tiene una densidad energética por kilogramo hasta tres veces la de la gasolina. Siendo un gas, para almacenarlo hay que hacerlo a alta presión para conseguir densidades energéticas. En redes sociales mencionan que una grieta en el depósito puede provocar una explosión, cierto, pero lo mismo puede ocurrir hoy con otros gases que utilizamos en el día a día. El hidrógeno es invisible, inodoro y altamente inflamable, al igual que el monóxido de carbono o el gas licuado, al que se le agrega un odorante con un olor característico, parecido a una «cebolla podrida», pero se diferencia en que es una de las moléculas más pequeñas en la naturaleza, siendo muy fugaz. Al ser más liviano que el aire, se dispersa rápidamente en caso de fuga, lo que es una ventaja. Otra oportunidad está en su versatilidad, pues el transporte se puede realizar en mezcla con otros gases o se pueden transportar sus derivados como el amoniaco o metanol renovables, utilizando la infraestructura y redes logísticas ya existentes a nivel mundial. Además, el precio ha ido bajando en los últimos años y se espera que en la próxima década la reducción sea aún mayor, haciéndolo verdaderamente competitivo frente a otras soluciones energéticas.  
 
A pesar de todo sigue teniendo «mala fama»: comparte el nombre con la bomba de hidrógeno -lo cual es lejano a su uso como vector energético- o se le asocia a zepelines ardiendo. El accidente de Hinderburg en 1937, no tiene nada que ver con este gas. La explicación más aceptada indica que fueron los componentes inflamables de la pintura que recubría el zepelín, y no el hidrógeno que se disipó en segundos, los que provocaron el incendio en la estructura de la aeronave. Básicamente, las ventajas ya se han encontrado, por lo que solo queda dar un último impulso tecnológico y de cooperación internacional, optimizar el diseño, y potenciar la economía de escala, que surgirá como resultado del crecimiento del mercado. Entendemos el miedo a lo desconocido, todos lo tenemos, en el pasado lo fue ante energías como el gas natural o la electricidad, hoy es el hidrógeno, por eso es fundamental la divulgación, ¡más ciencia, más ciudadanía!
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