Identificación de variedades autóctonas de uvas para potenciar el mercado local

Existen alrededor de 6.000 variedades de uvas en el mundo, pero solo 13 ocupan el 30% de los viñedos, incluso 33 variedades abarcan el 50% del total de la producción. Hay un progresivo abandono de las variedades locales, de la mayoría no hay antecedentes -origen, características agronómicas y enológicas- hay un enorme potencial enológico por detectar, que podría permitir a futuro tener productos competitivos y propiamente latinoamericanos.

«Existe un gran número de variedades locales minoritarias de las cuales no existen antecedentes, no han sido estudiadas ni se conocen sus aptitudes enológicas. Estamos trabajando en Argentina para identificar variedades criollas, hemos caracterizado vitivinícola y enológicamente más 100 genotipos, rescatando productos locales» comenta Santiago Sari, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Mendoza, Argentina y uno de los expositores del Simposio Internacional Enológico SIENO 2019, evento desarrollado en la Universidad Autónoma de Chile que permitió reunir a especialistas nacionales e internacionales, investigadores en las diversas ramas de la enología.

¿Por qué se están estudiando las variedades autóctonas?

Estamos buscando ventajas comparativas: captar, caracterizar y conocer variedades autóctonas que puedan tener buena aptitud enológica. En un mundo tan competitivo como el actual, puede permitirnos competir internacionalmente de forma distinta, con un producto en el que seamos los principales representantes.

¿Cuál es el rol de las variedades latinoamericanas en el mercado internacional?
Actualmente no hay mucha participación, en realidad hay pocos productos en el mercado. De todas maneras, ya hay periodistas internacionales, referentes de la industria, que están destacando el tema. Se genera así un marco para que muchas bodegas se interesen por variedades autóctonas. Chile tiene la “uva país”, variedad europea traída por Colon a América con una importante representación en todo el continente americano y progenitor de muchas variedades criollas. En Argentina hay algunas empresas que están aprovechando esta novedad y exportando vinos que generalmente se vendían en el mercado interno como vinos masivos.

¿Cómo afecta el cambio climático esta búsqueda? Quizás variedades que tengan mejor resistencia a la situación climática actual ¿cómo lo perciben desde el área de la investigación?
Es un tema de estudio importante. Se están buscando variedades que tengan mayor tolerancia a la sequía, variedades que con el aumento de temperaturas no sufran tantas modificaciones organolépticas. Justamente las variedades criollas, al tener más tiempo de adaptabilidad en nuestra región, también presentan características que las hacen aptas para los cambios climáticos que estamos sufriendo actualmente. En estas variedades estudiamos cómo es el funcionamiento con menos cantidad de agua, cómo es la síntesis de polifenoles en distintos ambientes y los aromas.

¿Qué viene a futuro para ustedes?
Seguir rescatando material, incrementando variedades criollas. Primero por identificación fenológica, después por identificación genética. Nos quedan muchas regiones por recorrer, empezar a tener colaboraciones con distintos países latinoamericanos, hemos tenido invitaciones a trabajar desde Perú, Chile, Brasil y Uruguay.

Menú
X