Fauna marina: un recurso sensible de muy débil equilibro

En los últimos años se han registrado avances en algunos temas de conservación, como la disminución de la captura de tortugas marinas o recuperación de algunas especies que estaban en peligro, pero al mismo tiempo se han evidenciado señales de agotamiento de algunos recursos.

El Océano representan alrededor del 71% de la superficie del planeta y es el 99% de la biosfera, es decir, del espacio donde se desarrollan los seres vivos. Las especies marinas están siendo afectadas por la explotación no sustentable, por el cambio climático que ha generado calentamiento y acidificación de los océanos y la contaminación a todo nivel.  

«Es importante no bajar la guardia, y mantener una monitorización constante de las actividades humanas en el mar, porque son recursos sensibles, y que pueden verse muy afectados» sentencia el Dr. José Carlos Báez, investigador del Instituto Español de Oceanografía e investigador asociado de la Universidad Autónoma de Chile.  

Haciendo un análisis de la situación general señala el balance dispar en temas de conservación. «Por una parte, la captura accidental de tortugas marinas por palangre de superficie en el Mediterráneo Occidental (que se habían estimado en más de 20000 capturas anuales) se han reducido significativamente a no más de 5000 ejemplares. También se ha observado una recuperación importante del stock oriental del atún rojo Atlántico (Thunnus thynnus)», pero agrega «el número de tiburones pelágicos han disminuido de forma dramática en los últimos años. Hay especies que en la actualidad son raras de ver, y stocks comerciales antes en buen estado, en la actualidad están dando señales de agotamiento como el atlántico del patudo (Thunnus obesus)».  

Además, la fauna marina ha pasado en los últimos años por graves «pandemia, que nos deberían hacer reflexionar sobre nuestro futuro como especie. Así, en la actualidad la nacra del mediterráneo Pinna nobilis ha sufrido por un patógeno que ha mermado su población. Otro ejemplo es el morbillivirus que afectó a las especies de delfines del Mediterráneo, los que aún no recuperan sus poblaciones. Pero para gravedad la quitridiomicosis, que es la enfermedad que produce el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, a nivel cutáneo de anfibios y en larvas. Esta enfermedad está poniendo en grave peligro a todo el grupo» comenta el especialista.  

Otros daños pueden apreciarse en la contaminación. En la pesca de cerco, se suelen usar dispositivos para fomentar la concentración de los peces -se conocen por sus siglas en inglés FADs-, los que son abandonados y quedan a la deriva. «Estos FADs abandonados en muchas ocasiones arrastrados por las corrientes llegaban a atolones y arrecifes de coral sensibles produciendo una polución física. El proyecto BIOFAD en el que participé ensaya FADs biodegradables, hechos con materiales naturales, y que una vez abandonadas puedan degradase naturalmente, antes de llegar a producir daños en el ecosistema marino» menciona el Dr. José Carlos Báez.

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