La ética de las políticas

Publicado : 18 noviembre 2021

Ad portas la elección general que definirá el curso de las políticas públicas nacionales y regionales por los próximos cuatros años, parece adecuado hacer una reflexión sobre la ética de las políticas. ¿Por qué? La respuesta parece no ser muy evidente para todos. Sin embargo, para responder podemos tomar las viejas, pero tan necesarias ideas de Confucio: un buen gobierno es aquel que vehiculiza una sociedad pacífica y feliz. Que anhelo cuando, vemos el panorama cotidiano y las amenazas reales o percibidas por gran parte de la ciudadanía.

Dra. Lorena Araya. Directora Grupo de Investigación Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Chile
Ojalá la ética del buen funcionario fuera una materia seria y no solo una anécdota en la formación de los futuros políticos y funcionarios públicos que un día deberán tomar decisiones para un buen gobierno, en otras, palabras alcanzar una sociedad feliz y próspera. El proceso constituyente puede ayudarnos a reestablecer el equilibrio perdido, pero también necesitamos la virtud de los gobernantes y los políticos, no la virtuosidad de las palabras en las promesas de campañas sino la de los actos.
 
Nuestro país requiere de la excelencia moral de los próximos gobernantes y los funcionarios que los acompañen, como también de los políticos que legislarán sobre políticas que nos afectarán a nosotros, los gobernados. En la ética confuciana, el gobierno no es para gobernarse asimismo u obtener los réditos que da el poder político, es para gobernar sabiamente, como lo diría el maestro chino, a los gobernados quienes les delegaron esa función.
 
Un buen gobierno que asegure la prosperidad social también debe mirar al pasado, porque sin él no podemos ver el presente con certeza ni menos proyectar un futuro deseado. Requiere una mirada prospectiva para alcanzar un nuevo pacto social y una mejor vida para los ciudadanos de este país, no solo a corto plazo. La sabiduría y la ética implican decisiones sabias que cautelen la sostenibilidad de las políticas y los resultados, de lo contrario se dejaría de gobernar para los ciudadanos.
 
Esta ética del buen gobierno también debiera velar por el restablecimiento de las confianzas, fomentando el dialogo y no la confrontación, de modo de posibilitar que la justicia alcance a todos y a todas. Nos queda así esperar que los preceptos del maestro Confucio, nos conduzcan por la luz de la superioridad y de la virtud de las palabras, los actos y las esperanzas de todos nuestros compatriotas.
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