Envejecer generativamente

En el marco del Día Internacional de las Personas Mayores resulta prioritario reflexionar críticamente si nuestro país está abordando integralmente las desigualdades que afrontan las personas mayores, entendiendo esta etapa desde una mirada no patologizante, e incorporando el conocimiento e investigación existente a la generación de políticas públicas.

Dr. Eduardo Sandoval Obando Investigador asociado al Instituto Estudios Sociales y Humanísticos (IdeSH), Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de Chile.   

A nivel mundial, se observa un envejecimiento demográfico sostenido durante las últimas seis décadas, estimándose que el año 2030, la población de más de 60 años alcance los 1400 millones. En Chile, el índice de envejecimiento -número de personas de 65 años y más por cada 100 menores de 15 años- creció de 22.3 en 1992 a 56.8 en 2017. Esta condición se explica por el aumento de las expectativas de vida y un descenso de la tasa global de fecundidad de 1,8 a 1,7 en el año 2016, lo que está por debajo de la tasa de reemplazo, entendido como aquel valor que aseguraría el recambio generacional y crecimiento demográfico del país.

El envejecimiento es una experiencia única, irreversible y universal en la que emergen múltiples cambios como consecuencia de la acción del tiempo sobre los seres vivos. Por ende, es un proceso heterogéneo y asincrónico, transformándose en el reflejo de características biológicas de cada individuo, influido en parte por su estructura de personalidad, historia de vida, nivel educacional u ocupación, así como por el contexto histórico-cultural o político en el que se desenvuelve.

Es un imperativo ético generar políticas públicas que respondan a las posibilidades de desarrollo que brinda esta etapa, valorando y reconociendo los saberes y experiencias acumuladas por estas personas a lo largo de la vida para hacer de Chile un país más justo, democrático e inclusivo para todos/as.

Existen comportamientos que favorecerían el ‘envejecimiento generativo’ permitiendo que las personas disfruten durante más años de una vejez saludable a través del autocuidado como práctica sistemática, adoptando tempranamente comportamientos que resguarden su salud física y mental. Es fundamental mantener redes de apoyo social activas que incluya relaciones de respeto y comprensión mutua que permitan potenciar la creatividad y autonomía, posibilitando una implicación activa con la vida, el cuidado de sí y de otros.

Se ha avanzado en generar espacios de participación como Rol activo SENAMA, Consejo Ciudadano de Personas mayores, JJVV, entre otras instancias. Sin embargo, persisten ciertas brechas y ámbitos de discriminación y exclusión en contra de los gerontes: sistema bancario y de pensiones, dispositivos de salud y protección social, actividades de ocio y recreación, accesibilidad e infraestructura urbana, entre otros.

Es un imperativo ético generar políticas públicas que respondan a las posibilidades de desarrollo que brinda esta etapa, valorando y reconociendo los saberes y experiencias acumuladas por estas personas a lo largo de la vida para hacer de Chile un país más justo, democrático e inclusivo para todos/as. Desde una lógica de sujetos de derecho, superando la noción de receptores pasivos de beneficios y asistencia, hacia el lema de la conmemoración de este año: un viaje hacia la igualdad.

Columna publicada enLa Segunda

 

 

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