Equipos de emergencia

Publicado: 17 enero 2023

Chile tiene una estrecha vinculación con desastres. El incendio ocurrido en la V región es prueba fehaciente de esto. De acuerdo con el ‘Reporte Mundial por Riesgo de Desastres’, nuestro país ocupa el puesto 39º en el mundo, lo que demuestra la importancia de aumentar la capacidad de preparación y respuesta de la población frente a los eventos traumáticos que puedan ocurrir y, por supuesto, de quienes ayudan en su mitigación y reparación.

Dr. Eduardo Sandoval Obando Investigador asociado al Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chile

Por ello, en el marco del decreto Nº 434 (2021) del Ministerio del Interior, se aprobó la Política Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres 2020-2030 cuyos ejes estratégicos apuntan al fortalecimiento de la institucionalidad en materia de reducción del riesgo de desastres; la mejora de los sistemas de monitoreo y alerta temprana; y la promoción de la cultura de la prevención, además de la preparación frente a futuras emergencias y desastres. Por ello, adquiere importancia reflexionar respecto a la salud mental y condiciones de trabajo de quienes conforman los equipos de primera respuesta.

Específicamente, existen tres instituciones que participan en la fase inicial de una emergencia. Precisamente por ello, se habla del ABC de la Emergencia: (A) para las Ambulancias de Salud, (B), para Bomberos y (C), para Carabineros. En otras palabras, de la oportuna coordinación y respuesta de estas tres instituciones depende, en gran medida, la protección y asistencia eficaz de las personas, colectivos y/o comunidades que se vean afectadas.

Sin embargo, la evidencia científica muestra que estos profesionales, son un grupo de riesgo frente al desarrollo de sintomatología relacionada con el estrés y el estrés postraumático, los trastornos del sueño, la ansiedad y la depresión. Asimismo, en muchas ocasiones, trabajan bajo condiciones adversas (sistemas de turno, jornadas extensas de trabajo, malos hábitos alimenticios, sedentarismo, escaso tiempo para el ocio y la recreación), lo que impacta negativamente en su calidad de vida y bienestar general. ¿Quién cuida la salud mental de estos profesionales? ¿Existen dispositivos gubernamentales orientados al cuidado y protección de la salud mental de los respondedores de emergencia? Lamentablemente, las experiencias son escasas y los recursos limitados. Salvo excepciones como los equipos de Apoyo a la Respuesta (ARSAM) del MINSAL, no existe una institucionalidad eficiente que atienda a las necesidades y riesgos psicosociales a los que se enfrentan los profesionales de emergencias.

Es urgente impulsar la creación de equipos entrenados en la aplicación de protocolos de desactivación para intervinientes, primera ayuda psicológica, gestión del dolor y pérdida, la promoción del autocuidado (con foco en la resiliencia y el apoyo social), etc. Atender sistemáticamente las potenciales demandas de salud mental que manifiesten estos profesionales, impactará positivamente en las capacidades de respuesta y gestión de las emergencias en Chile. La cultura de la prevención frente a las emergencias y desastres es un desafío país.

Menú
X